Hay destinos que sorprenden no solo por la belleza de sus playas, sino también por la profundidad de sus raíces. Cancún, más allá de ser un paraíso para quienes buscan arena blanca y mar turquesa, funciona como un punto de partida perfecto para internarse en los relatos de antiguas civilizaciones, pueblos vivos y escenarios donde la memoria se conserva intacta. Desde este punto del Caribe mexicano es posible trazar itinerarios que combinan paisajes costeros con la grandeza de la herencia maya y colonial.

Viajar en auto abre un abanico de posibilidades. Permite decidir a qué hora partir, cuánto tiempo quedarse en cada lugar y qué desvíos tomar en el camino. Con las carreteras bien conectadas y señalizadas, los recorridos alrededor de Cancún se convierten en excursiones accesibles y flexibles, ideales para quienes prefieren explorar sin apuros y con plena libertad.
Tesoros mayas a un par de horas
La Península de Yucatán concentra algunos de los sitios arqueológicos más emblemáticos del continente. Desde Cancún, en poco tiempo al volante, se puede llegar a vestigios que narran la grandeza de una civilización avanzada en astronomía, arquitectura y organización social. Elegir un auto de Hertz México es una decisión práctica para aprovechar la cercanía de estos lugares, ya que permite diseñar un recorrido a medida y adaptarlo a cada interés.
Uno de los destinos imprescindibles es Tulum, situado a unos 130 kilómetros hacia el sur. El trayecto dura cerca de dos horas por la carretera federal 307, bordeando la Riviera Maya con vistas espectaculares. Las ruinas de Tulum, emplazadas sobre un acantilado frente al Caribe, ofrecen una imagen difícil de olvidar: los templos de piedra contrastando con el mar de tonos azulados. A diferencia de otras zonas arqueológicas, este sitio se destaca por haber sido un puerto fortificado, lo que le otorga un carácter único.

Otro lugar que no puede faltar en la ruta es Cobá, a unos 150 kilómetros de Cancún, con un tiempo estimado de dos horas y media de viaje. Allí, entre la selva, se alza la pirámide de Nohoch Mul, la más alta de Quintana Roo. Aunque actualmente no se permite subir a la cima, la magnitud del conjunto y el entorno natural hacen de la visita una experiencia inmersiva. El recorrido en bicicleta por los senderos del sitio es un detalle que muchos viajeros disfrutan, combinando arqueología con naturaleza.
Y para quienes se animan a un trayecto más largo, Chichén Itzá se encuentra a aproximadamente 200 kilómetros de Cancún, lo que significa unas tres horas en auto. Este lugar, considerado una de las siete maravillas del mundo moderno, fascina con la pirámide de Kukulkán, el Juego de Pelota y el Observatorio. Además de la visita a las ruinas, el camino ofrece la oportunidad de detenerse en pequeños pueblos y cenotes, añadiendo matices al viaje.
Pueblos donde late la tradición
No todo es pasado remoto. En los alrededores de Cancún también se encuentran localidades donde las costumbres y la vida cotidiana reflejan siglos de historia. Tomar el volante y adentrarse en estos pueblos abre la posibilidad de experimentar la cultura de una forma más cercana, alejada de las postales típicas.
Valladolid, ubicado a unos 160 kilómetros de Cancún, combina la herencia colonial con un ambiente relajado. El trayecto en auto dura alrededor de dos horas y media. Pasear por la Calzada de los Frailes, con sus casas color pastel, visitar el Convento de San Bernardino de Siena o detenerse en el cenote Zací, en pleno centro, son parte de la experiencia. Valladolid también es un punto estratégico para quienes planean visitar Chichén Itzá y desean pasar la noche en un lugar pintoresco.
Más cerca, a tan solo 50 kilómetros de Cancún, se encuentra Puerto Morelos. En apenas 40 minutos en auto se llega a este antiguo puerto pesquero que conserva un ambiente bohemio. Su faro inclinado, símbolo del lugar, y el malecón con restaurantes de mariscos le otorgan un aire auténtico. Aunque no se trata de un pueblo colonial, sí transmite una identidad propia que mezcla historia reciente con la tranquilidad de una comunidad costera.
Un poco más hacia el interior, Izamal sorprende con su tono dorado: casi todas sus fachadas están pintadas de amarillo. A unas tres horas y media de Cancún, este “pueblo mágico” también alberga un importante pasado maya, ya que la ciudad se construyó sobre pirámides prehispánicas. Recorrer el convento de San Antonio de Padua y subir a las pirámides de Kinich Kakmó permiten observar cómo las distintas épocas se fusionaron en un mismo espacio.
Museos y espacios culturales en la ciudad
Aunque muchas rutas conducen fuera de Cancún, dentro de la ciudad existen espacios que merecen una parada. El Museo Maya de Cancún, ubicado en la zona hotelera, alberga una colección que recorre distintas etapas de la cultura maya y complementa lo que luego se observa en los sitios arqueológicos. Llegar en auto es sencillo y el estacionamiento facilita la visita.
Otro espacio interesante es el Parque de las Palapas, en el centro de Cancún. Aunque no es un museo, funciona como un punto de encuentro cultural con presentaciones artísticas, ferias y gastronomía local. Aquí se puede apreciar la vida cotidiana de la ciudad, distinta al ritmo turístico de la zona hotelera.
Optar por la renta de autos Cancún durante la estadía permite combinar estas paradas urbanas con escapadas de medio día a sitios cercanos, sin depender de excursiones organizadas.

Caminos que invitan a seguir explorando
Cada ruta que parte desde Cancún abre un abanico de historias: desde los muros fortificados de Tulum hasta las fachadas amarillas de Izamal, pasando por la grandeza de Chichén Itzá o la serenidad de Puerto Morelos. Lo interesante es que no se trata de elegir un solo destino, sino de combinar varios en una misma travesía, ajustando tiempos y paradas según las ganas del momento.
En este juego de caminos y descubrimientos, el auto se transforma en el mejor aliado. No solo acerca a los viajeros a la herencia cultural de la región, sino que también les permite vivir la experiencia a su propio ritmo, con la posibilidad de detenerse en aquello que despierta curiosidad. Cancún es, en este sentido, un punto de partida que invita a seguir rodando hacia lo inesperado.







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